Juan Godoy, Flora Normilla y la suerte de la ingenuidad
Historia. EL descubridor de Chañarcillo terminó ganando una ínfima parte de su yacimiento.
El historiador Roberto Hernández, con justa razón legó la obra: Juan Godoy o el descubrimiento de Chañarcillo, en directa alusión a la importancia histórica de este novelesco personaje y su relación con el mineral de plata más importante que haya existido en Chile y motor de la economía nacional en los primeros años como Estado independiente.
La región ha homenajeado al descubridor con su representación en el bronce, 'pero no más que eso, no está en las clases de historia, en los actos mineros, como un joven trabajador, y tampoco esta en la memoria colectiva de Atacama', comenta Guillermo Cortés, director del Museo Regional.
Es por eso que Cortés se fija en 'la desgracia de un hombre que pudo haber sido inmensamente rico y prospero y no lo fue, por su origen humilde, su analfabetismo y falta de educación, su escasa conciencia y lógicamente el despojo al que fue sometido'. Y así fue.
LA RETRIBUCIÓN
La nula instrucción de Godoy y por ende la no valoración real de lo que acababa de realizar lo llevan a enajenar su parte en los legítimos derechos del yacimiento, comenzaban así sus errores y el aprovechamiento de su ingenuidad. Los derechos de venta del descubrimiento ascendieron a $ 8245 pesos, a la época, para una persona como él de una pequeña fortuna. Pero, sin duda el precio de la venta, del mineral más rico de Chile, es ridícula, si se consideran las cifras y extraordinarias ganancias de quienes se quedaron con el total de la pertenencia, o de otros grandes empresarios mineros argentíferos de la época. La producción de 1834, a dos años del descubrimiento de Chañarcillo, alcanza la cifra de $ 1.520.000, algo así como US $ 15.000.000. Es decir, 'al pobre obrero Juan Godoy se le pagó, o engañó, como se quiera ver dándole un 0.5% de la riqueza que recién se comenzaba a generar', reflexiona Cortés.
Se fecha el año 1842, como la fecha de muerte de Godoy, pero según Fernando Moraga, La Serena, habría sido sepultado el año 1854, lo que es coincidente con la solicitud de ayuda de su viuda a la Junta de Minería.