Son construcciones sin normativa, de materiales inflamables, en espacios de peligro de tsunami.
Los últimos días que se han vivido en el norte grande de Chile, por lo menos hasta ahora, nos han dejado la sensación de que hemos aprendido la lección del 27/F. Nunca es fácil enfrentar un terremoto o un tsunami; los nervios, la reacción, los pensamientos y la racionalidad se mueven en conjunto con la tierra, pero el saber qué hacer, dónde ir y cómo comportarnos, funciona de manera casi automatizada si hemos tenido la ocasión de prepararnos frente a una emergencia.
Del mismo modo, las ciudades en nuestro país han sido ejemplo de estoicismo frente a estas catástrofes naturales.
Chile es referente mundial en construcción antisísmica, algo que han comentado importantes expertos internacionales. Como dato habrá que decir, que el 27/F, cuando se produjo el segundo terremoto más fuerte de la historia de Chile y el sexto a nivel mundial, sólo el 0,3% de los diez mil edificios de más de tres pisos construidos después de 1985, sufrieron daños severos.
Pero, la pregunta es, ¿estamos preparados en Atacama? Y aunque el análisis podría ser largo, quiero referirme a un tema que particularmente me parece preocupante, que tiene que ver con las tomas de terreno del borde costero, pues están en zona de inundación. Este es un riesgo latente en la región.
Son construcciones sin normativa, de materiales inflamables, ubicadas en espacios de peligro de tsunami y sin la organización urbana para que las personas enfrenten una catástrofe natural. Las tomas están en una especie de limbo, sin estar apegadas a ninguna exigencia y sin el equipamiento para realizar un plan de emergencia que resguarde la vida ante un fenómeno de tal magnitud.
Esta es una problemática que hay que tener en cuenta, incluso más allá de este tema en específico, que puede ser muy grave. Debemos ser proactivos en evitar esta dinámica tan recurrente en Atacama, haciendo una buena planificación territorial. Esto permitirá pensar soluciones urbanas a priori y así mitigar los riesgos asociados a estas tomas en el borde costero.