Desde la región, lo que nos importa es el avance de la descentralización, la mayor autonomía.
Mañana concluye un gobierno, y se iniciará otro. El que llega está lleno de expectativas; el que se va, de balances. Son tiempos opuestos para uno y otro.
A su tiempo, el gobierno que termina, se propuso hacer más de todo y mejor. No habló nunca de cambios fundamentales, sino de hacerlo mejor. De eficiencia. Un gobierno 24/7, dedicación completa o de excelencia. Pese al despliegue publicitario mi impresión es que falló. En la economía, que es donde estarían sus mayores logros, subsisten o se han agravado los grandes nudos que le impiden despegar, entre otros, la energía, la dependencia de los "comodities"; la falta de innovación, la inequidad y varios otros.
E l nuevo, en cambio, promete cambios de fondo. De esos que importan un giro hacia un espacio que hoy no existe, sino en las palabras. Es por ello que los conservadores dirán que habrá incertidumbre. Y es probable y necesario, que así sea. Los empresarios pedirán moderación y querrán intervenir en la dirección y profundidad de esos cambios. Otros, pedirán, como también ya lo están haciendo, una mayor radicalidad de los cambios, incluso de la Constitución.
En el tiempo y lugar en que todo esto ocurre, hay otras fuerzas que pugnan por influir en el gobierno y en la economía, como son los ecologistas, los estudiantes y los sindicatos, entre otros. Se inicia pues, un tiempo de cambios. En el marco que dio la última elección, destacan tres hitos que habrán de ir al debate parlamentario: La Constitución, en muchos y diversos aspectos; el modelo educacional y los impuestos.
Desde la región, lo que nos importa es el avance de la descentralización, la mayor autonomía del centro político y económico que es Santiago, por ejemplo con Intendentes elegidos. El fortalecimiento de los Gobiernos Regionales y Municipales, que podría venir, en la Reforma educacional, con órganos de administración regional, y en la Tributaria, con impuestos asociados al lugar de las faenas.
En fin, en este juego del crecimiento y del desarrollo, es hora de institucionalizar datos, para que las comparaciones y los balances bajen de la publicidad y aterricen en la cruda realidad.