El ministerio de Bienes Nacionales está trabajando en la licitación y regularización de los terrenos.
Atacama registra más de 4 mil 200 viviendas no regularizadas en su litoral, lo que impide un desarrollo orgánico y proyectos turísticos en la zona.
Terminaba el año 2013, y el Gobierno comenzó a hacer efectiva una orden de desalojo que pesaba sobre un nuevo asentamiento en la caleta Los Patos, en la costa de Caldera. El hecho, ocurrido justo después de las elecciones, generó no sólo molestia en los afectados, sino que también los comentarios respecto al momento en que todo ocurría. El sector público respondía diciendo que la orden tenía cerca de seis meses y obedecía a determinaciones emanadas desde la Contraloría. Lo cierto es que este hecho es sólo la punta de un gran iceberg, una realidad regional que se remonta a décadas. Cabe considerar que la mayoría de los balnearios en Atacama nacieron y tomaron la forma que hoy tienen debido a asentamientos humanos irregulares o tomas de terreno.
Es por eso que el ministerio de Bienes Nacionales está trabajando en la regularización de estos asentamientos en el borde costero de Atacama. Esta tarea se efectúa considerando la licitación del borde costero, de manera que los futuros asentamientos se apeguen a la ley y los actuales, finalmente se acojan también a las normas que existen respecto a la ocupación de terrenos fiscales. De acuerdo a cifras que maneja Bienes Nacionales, en Atacama existen alrededor de 4 mil 200 viviendas en condiciones irregulares en el borde costero. El 85% de ellas se encuentran en las llamadas "tomas históricas", balnearios que año a año reciben a miles de veraneantes y en donde también miles de ciudadanos tienes especialmente una segunda vivienda para su descanso.
Es necesario revisar esta situación que ha caracterizado a la región durante mucho tiempo y aún se mantiene. Esto, porque el crecimiento inorgánico del borde costero frena iniciativas que van por el sentido contrario, inversiones que proyecten turísticamente a la región más allá de lo espontáneo e informal.
A eso se debe sumar el que el borde costero sea realmente "de todos los chilenos", y no sólo de quienes han tenido los recursos, la necesidad o la decisión de instalarse en el borde costero, convirtiendo en un lugar privado lo que en algún fue efectivamente "de todos los chilenos".