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Demostró en Chile por qué es "El Jefe"

música. Bruce Springsteen coronó con un emotivo tributo a Víctor Jara su concierto debut en el país.
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"Tenía un trabajo pendiente que hacer aquí" ("I had an unfinished business here"), dijo Bruce Springsteen antes de la última canción de su recital del jueves en la noche. Ya habían transcurrido tres horas y media del memorable concierto con que el rockero estadounidense debutó en Chile.

"The Boss" presentó un show de entrega máxima y despliegue incansable de canciones y entusiasmo a una audiencia que esperó décadas por verlo y que respondió con complicidad absoluta al tonelaje de música que el cantante descargó en Movistar Arena.

"En 1988 estuvimos tocando para Amnistía Internacional en Mendoza, Argentina. Pero Chile estaba en nuestros corazones. Conocimos a muchas mujeres de desaparecidos y fue un momento que se queda con nosotros para siempre", dijo de corrido y en un casi impecable español, antes de mencionar el nombre de Víctor Jara y agregar "es un honor estar aquí". Tras ese preámbulo, a solas con su guitarra y con la de Nils Lofgren, además de unas notas de trompeta, recreó la canción "Manifiesto", de Víctor Jara.

Era un trabajo efectivamente pendiente desde que Springsteen se hizo escuchar por primera vez en las radios locales de los años "80 con éxitos como los de su célebre disco "Born in the U.S.A." (1984) y luego con la música de una carrera vigente hasta su más reciente álbum, "Wrecking ball", publicado el año pasado. De hecho, el punto de partida del show fue en nombre de esa actualidad, con canciones de 2012 como "We take care of our own", la propia "Wrecking ball" y "Death to my hometown" dispuestas en los primeros minutos.

Luego vendría un viaje intenso por muchas estaciones, desde la comunicación próxima que Springsteen estableció con el público tanto sobre el escenario como con continuas incursiones en la platea, hasta una diversidad musical que incluyó pasajes de rock, raíces country, momentos de intimidad folk acústica, vetas de funk febril para el baile con el respaldo de los tres cantantes de su banda, y rock and roll tocado a todo lujo con una sección de vientos. Todo sonó avalado por un sólido grupo de diecisiete integrantes, músicos y coristas, entre ellos el característico y fiel Steven Van Zandt, alias Little Steven, en guitarra y mandolina. Un total de veintiocho canciones prodigó Springsteen en las tres horas y treinta y siete minutos que duró el espectáculo.

Fue un repertorio balanceado entre discos de diversos momentos de sus exactos cuarenta años de discografía desde 1973 a la fecha, con títulos como las intensas "Because the night" y "Mi city in ruins", esta última del álbum "The rising" (2002) publicado tras el atentado a las Torres Gemelas, y el contingente de impactos como la temprana "Born to run" (1975) y la dupla entre "Born in the U.S.A." y "Dancing in the dark" (ambas de 1984) que dosificó para el final. Hasta se dio el lujo de no agotar su catálogo de éxitos probados. Canciones como "Hungry heart" (1980), "I"m going down" y "I"m on fire" (1984) o "Streets of Philadelphia" (1993) quedaron ausentes del programa.

Bruce Springsteen nació en Nueva Jersey el 23 de septiembre de 1949 y es apodado The Boss ("El Jefe") y el cantante, compositor y guitarrista lo demostró con creces ante unos 9 mil fanáticos chilenos.