Hace algunos días el Ministro del Interior, Andrés Chadwick, y la Ministra de Justicia, Patricia Pérez, presentaron ante el Congreso once indicaciones al proyecto que reforma el Código Procesal Penal, las que buscan disponer de herramientas jurídicas más eficaces en la lucha contra la Delincuencia, junto con dar mayor protección a las víctimas. El propósito de estas modificaciones es alcanzar los perfeccionamientos necesarios para asegurar que los responsables de delitos sean efectivamente detenidos, dando un renovado impulso al compromiso del Gobierno del Presidente Piñera, en torno a reducir los índices de victimización. Entre otros cambios se contempla fortalecer las atribuciones policiales permitiendo que las primeras diligencias de la investigación de un delito se efectúen en forma inmediata; facilitar la detención de delincuentes confesos; permitir a la Policía entrar y registrar un lugar cerrado, sin autorización judicial cuando haya signos evidentes de un delito, así como incautar las especies u objetos que encuentren y permitan sospechar que provienen de otro delito. Las propuestas también contemplan otorgar nuevas facultades a los magistrados con el fin de conseguir la prisión preventiva inmediata para el imputado de un delito cuando éste registre una o más órdenes de detención o reiteradas detenciones anteriores. Estos cambios no son menores, dado que según cifras del Ministerio del Interior, de las cien personas con mayor reiteración de detenciones en el primer semestre de 2013 -cuyo promedio de detenciones superó las 25 a 30-, casi el 90% de ellas hoy se encuentra en libertad, lo cual, según mi parecer, constituye un verdadero despropósito. Lamentablemente, esta noticia pasó bastante desapercibida en los medios tradicionales, pese a que el ítem "Delincuencia" constituye una de las preocupaciones de mayor ponderación en la comunidad. Peor aún, iniciativas como estas, que buscan poner freno a la delincuencia, en ocasiones anteriores han encontrado obstáculos y dilaciones en algunos sectores del propio Parlamento. Esperamos que en esta oportunidad ello no ocurra. Con todo esto, hoy más que nunca queremos reafirmar el compromiso gubernamental de flanquear y erradicar la delincuencia de nuestro país. Desde ninguna perspectiva el Gobierno ha olvidado su responsabilidad en la entrega de una mejor calidad de vida para las personas honestas y trabajadoras, en desmedro de los delincuentes e inadaptados sociales.

Rafael Prohens Espinosa

Rafael Prohens Espinosa Intendente de Atacama

En octubre se cumplirá tres años desde el rescate de los 33 mineros que quedaron atrapados tras el derrumbe en la Mina San José. La llamada "Operación San Lorenzo" se transformó en uno de los hitos de vida más importantes de la historia moderna, por el significado que tuvo el buscar a estos trabajadores a casi 700 metros de profundidad y luego realizar un complejo operativo que los trajera de vuelta sanos y salvos. Los 70 días que duró esta historia, mantuvieron expectante a casi todo el mundo. Se estima que fueron más de mil 300 millones de telespectadores quienes observaron la jornada decisiva, con una cobertura mediática que es considerada hasta hoy como la mayor en la historia reciente de Chile.

Todo el significado que tiene la mina San José, sus mineros y su historia de vida, sigue exigiendo un testimonio a la altura de su interés mundial. El Gobierno está trabajando en un proyecto que pretende convertir al lugar, en los sectores donde aún es posible, en un memorial, un hito que precisamente recuerde la relevancia y la dimensión que tuvo el rescate.

Sin duda que se trata de una iniciativa justa y necesaria, para la cual el mismo Gobierno estaría comprometiendo los recursos. La pérdida de la memoria del rescate tuvo su primer impacto en la opinión pública, cuando a días de terminada la operación, fueron borrados decenas de mensajes y oraciones escritas por familiares en las piedras del campamento "Esperanza". Y así, el tiempo o incluso futuras operaciones pueden terminar por sepultar físicamente lo que dejó un acontecimiento que estremeció al mundo.

Hoy la Mina San José es uno de los lugares que mayor interés capta en los turistas que visitan la región, particularmente los extranjeros. Más allá de lo mediático y lo circunstancial, el lugar se transforma en un símbolo del esfuerzo humano por la vida y la esperanza, y son valores que quedaron plasmados a sólo 50 kilómetros de Copiapó.

Hoy son estos valores los que se busca perpetuar, como un homenaje al espíritu humano, a los trabajadores y a quienes hicieron posible que una tragedia se transformara en un ejemplo para el mundo.