Fue un día difícil de olvidar y que marcó la vida de todos los chilenos, a 40 años del 11 de septiembre de 1973 distintos copiapinos recuerdan como se vivió esa jornada.
Rubén Herrera Jofré, tenía 26 años al 11 de septiembre, y era secretario regional del Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria) del cual fue fundador y además era el gerente de personal de Enami. Otro rol que tenía era que estaba a cargo de la Unidad Popular de Atacama.
Era cerca de las 7 horas un compañero lo llamó para contarle que en una radio estaban transmitiendo que había un movimiento de tropas en Santiago. "Yo no había recibido ningún llamado antes de mi partido ni de nadie. Me fui a la Fundición Paipote a reunirme con dirigentes políticos de todos los partidos y se paralizó Paipote", explicó.
El movimiento posteriormente quedó en nada, ya que el comandante del regimiento llegó al lugar, garantizando que no les iba a pasar nada a los trabajadores y se suspendió el paro.
El con otros amigos se ocultaron en la Fundición Paipote, para planificar qué podían hacer, pero posteriormente se dispersaron. A las 11 horas decidió llegar al centro de Copiapó y se reunieron en el partido de manera rápida. Herrera tenía la tarea de quedarse y no salir del país por ser el secretario regional del Mapu. "Algunos compañeros pasaron la frontera a la Argentina. La decisión era que yo me tenía que quedar, yo disciplinadamente lo hice, pero tampoco pensé que sería tan dura la cosa".
Sin embargo, a las 12 horas escuchó su nombre en la única radio locales que estaba transmitiendo, era el comandante del regimiento el que llamaba a presentarse al regimiento de infantería a dirigentes de partidos políticos. Ante eso, conversó con el comandante del regimiento señalándole "si usted me garantiza la vida, yo me presento. Sino yo sabré que decidir".
Herrera se fue al regimiento y a las dos horas después estaba en su casa, pero con condiciones. Una compañera del partido había hecho un manifiesto el 11 de septiembre en la mañana y lo repartió. "Tenía arresto domiciliario, y traté de comunicarme con alguien de mi partido, pero estaba completamente aislado. En la noche salí, me junté con unos compañeros y vimos que la cosa estaba perdida, ya había muerto Allende. La moral nuestra estaba muy mala, la rabia era muy grande. Pensé que se nos iba la vida".
El comandante del regimiento se enteró del manifiesto y pidió a Herrera que lo devolviera. Fue entregado el mismo 11 de septiembre."Yo lo recuperé el mimeógrafo y el comandante me hizo que lo entregara. La militancia nuestra era joven y trabajadores. Ellos lo repartieron. Le reconozco el valor a la compañera, tuvo el valor".
En Copiapó había militares y carabineros, pero no eran muchos. "Si puedo elucubrar el regimiento era absolutamente abordable, incluso sólo con dinamita y las pocas armas que pudiera tener la gente, pero nosotros no éramos enemigos de ellos, eran 150 soldados. Yo tenía amigos ahí, yo como gerente de personal le regalé un ring de boxeo al regimiento".
En Copiapó había incertidumbre, desconcierto. A pesar que en horas tempranas no habían militares en las calles. Después salieron algunos vehículos, al igual que carabineros. "Había mucha gente en sus casas, asustada. Había desconcierto, mucha gente estaba dolida. Yo tenía miedo, pero también rabia".
LA RESISTENCIA
El 11 de septiembre en Copiapó la principal resistencia se vivió en la Universidad de Atacama. Juan Soto estaba en cuarto año medio en el ETP, cuyas dependencias estaban en el interior de la casa de estudios.
Fue un alumno de la Federación de Estudiantes, el que avisó en las salas que había un golpe de Estado, aunque no todos tomaron en serio la noticia, ya que antes había ocurrido un tanquetazo y habían muchos rumores. "Nosotros salimos de la sala, con curiosidad y no dimensionábamos lo que iba a pasar", explicó.
Al interior de la universidad se tomó la decisión de apoyar el gobierno. Allí había por lo menos unos 500 alumnos. "Nos convocó la Federación de Estudiantes de la Universidad y que había que defender el gobierno. Se comenzó con las movilizaciones y los estudiantes se tomaron el recinto, se hicieron barricadas", explicó.
Cerca de las 12 horas llegó personal del Ejército a rodear la Casa de estudios. "Estaban con metralletas en la Avenida Freire, además había varias patrullas militares en los cerros, rodearon la universidad por todos lados. Había mucho miedo, pero todavía algunas personas podían salir".
Hubo organización y buscaban la manera de crear resistencia. "Antes que llegaran los militares hicieron que ingresara un camión aljibe con combustible para hacer bombas molotov, los alumnos de minas sacaron la dinamita que estaba en la mina y se la repartieron a los estudiantes para tener algo para defenderse".
También había información para los alumnos, aunque la radio interna debió silenciarse. "Había un sistema de amplificación , la radio que tenía la universidad sirvió para saber lo que estaba pasando en Santiago y dimensionamos que era grave y decidimos silenciar la radio por el temor que destruyeran los equipos".
Fueron varios días en que la Universidad estuvo tomada y estaban organizados. Había estudiantes dedicados a la cocina y a otras labores. "Fueron más cuatro días en que la Universidad estuvo tomada y con personal del ejército apuntándonos e inclusive conversábamos con algunos soldados a los que le decíamos que se rebelaran, eran muy jóvenes, se reían, intercambiábamos cigarrillos", explicó.
La situación comenzó a colocarse tensa con el pasar de los días y debió intervenir el rector de la época, el profesor Vicente Rodríguez quien dialogó con el comandante del regimiento. "Le explicó que adentro de la universidad había alrededor de 500 alumnos, quienes no hallaban que hacer y que se les permitiera salir para evacuar la casa de estudios".
La expectación estaba en los alumnos y por ello hacían todos los días reuniones. "Pensábamos que alguna parte del ejercito iba a poner orden, estábamos en una situación de custodia, pensábamos que se iba a reconstituir la democracia", dijo.
Sin embargo, el rector llegó a conversar con los alumnos y logró la evacuación pacífica. "Nos explicó lo grave de la situación y nos garantizó las consecuencias si persistíamos estar ahí, nos garantizó que podíamos salir. Lo mejor era entregar la universidad para las nuevas autoridades. Nosotros no vimos que pasó en Copiapó, solo vimos casas de gente anti unidad popular con banderas , era de la gente más acomodada".
RECUERDOS
Carlos Nicolás, presidente de la Corproa tenía 15 años en el 11 de septiembre y recuerda que ese día fue tranquilo. "No fue con los niveles de violencia como en otras ciudades. Fueron pocos focos, uno en la Universidad de Atacama".
Agregó que se tomó el control de los medios de comunicación y de las calles, pero no con excesiva violencia. "Hubo incertidumbre, informaciones parciales, antes del 11 de septiembre estaba el país profundamente dividido. Al extremo que era muy difícil ser amigo de alguien que pensaba distinto a ti. Estaba el país dividido, una situación compleja que la clase política no fue capaz de resolver".
Según recuerda, su padre lo despertó para decidirle lo que pasaba, no fue al colegio. "Eso era predecible por el clima que había. Hay que separar dos cosas, el golpe mismo y lo que se vivió después. Chile iba a una guerra civil".
Según cuenta fue la Caravana de la Muerte la que dejó un dolor entre los copiapinos porque era una ciudad pequeña y muchos se conocían.
Ema Olivares vivía en el pueblo San Fernando y se enteró de la muerte de Salvador Allende por una vecina que habían derrocado al presidente Allende y por la información radio.
"Me recuerdo que antes había que hacer colas para adquirir alimentos. Ese día pasaban algunas patrullas de carabineros. Nadie quería salir, no podía mirar por la ventana. Muchos se quedaron en sus casas", recordó.
Estudiantes
Los estudiantes estaban convencidos que algo podría pasar para revertir la situación, ellos no tenían armas. Sólo habían algunos que tenían cartuchos de dinamita porque estudiaban minería. Al darse cuenta de la situación todo cambió porque no podían oponer resistencia. "Nada podíamos hacer con las botellas con petróleo y la dinamita y de alguna manera se deshicieron de todos los elementos. Los pocos cartuchos, armas nunca hubo en la universidad", contó Juan Soto.