La historia en una ciencia humana, que tiene como objetivo entregar herramientas para comprender el presente de las comunidades y de la sociedad, para ello estudia e investiga crítica y reflexivamente el pasado. Es decir mediante el método histórico, logra conocer el pasado de las sociedades. Finalmente el historiador, el profesor de historia y quienes estudian, leen y se preocupan por la historia, terminar conociendo e internalizando el pasado, así de esta forma acceden a una mejor compresión del momento presente.
Por ello, siempre he pensado que es a lo menos extraño, poco educado e iletrado, decir que nadie puede hablar de los hechos históricos por que no los vivieron, es una afirmación tan poco inteligente como soberbia. Indudablemente, no viví en Nippur, ni en Umma, no he estado bajo la administración de ningún Patesi, y sin duda alguna no venero a Shamash, y tampoco me rijo por las leyes de Hamurabbi, pero si conozco y puedo hablar con cierta seguridad sobre Mesopotamia. De más estaría decir, que no fui un espectador de los suceso acontecidos en el Valle de Copiapó entre 1536 y 1540, pero, que lo que conozco, permitió una mirada distinta a nuestra historia regional y a la historia de Chile, hoy muchos coinciden que la historia de Chile, comienza en Atacama. Por ello me pregunto, por qué los jóvenes no pueden hablar de su pasado más reciente, porque no pueden opinar de forma crítica y apropiarse de su historia, me parece que no solo es correcto que lo hagan sino que también es responsable y republicano.
Pensar el pasado, hablar de la memoria, adueñarse la historia es una actitud humana. La historia del presente o del tiempo presente como la han denominado varios teóricos, como Josefina Cuesta, Pierre Nora entre otros, es el estudio científico y la acción ciudadana sobre la historia de la cual no hemos sido parte, pero su cercanía es tan próxima que nos influye en el cotidianidad y el el curso futuro de nuestras vidas. Recordar la historia de 500 o 40 años atrás, no sirve para hacer una reflexión crítica, pedir los perdones necesarios, el comprometernos a no comentan los mismos errores, a que no se repitan los mismos horrores, nadie quiere volver a ver a los crímenes de los Nazis, ni a los bárbaros invadiendo Roma, en fin, rememorar la historia ya sean 1000, 200 o 40 años siempre es bueno, para enmendar el rumbo.
Guillermo Cortés Lutz
Doctor en Historia, Grupo de Estudios de Atacama