Chile y el Silicon Valley de Medio Oriente
Facebook, Apple, IBM y Microsoft, entre un total de 400 multinacionales, han establecido en Israel sus centros de I+D. De sus tierras ricas de historia han nacido éxitos modernos como el USB, el Firewall y exitosas aplicaciones para el móvil como el Waze (propiedad ahora de Google) o Mobileye, que pertenece a Intel. Israel es un imán para atraer capital (el 70% del extranjero). En el 2018 levantó unos 6.000 millones de dólares en el sector de la Inteligencia Artificial, salud digital, Food Tech y Agritech, que son las áreas que más crecen.
La apuesta por la tecnología es también una salida necesaria, ya que el software es fácil de exportar y porque con los países vecinos, por razones políticas, el comercio es limitado. Hoy el 43% de las exportaciones del país proceden de este sector. Israel cuenta con la tecnología militar, base para la investigación privada.
Este éxito no sería posible sin una eficaz alianza público-privado. El organismo público Israel Innovation Authority cubre hasta el 85% de los fondos necesarios en las fases iniciales de las start-ups, sin recibir participación en las empresas. Además, las universidades tienen asociados los llamados Tech Transfer Offices, unas firmas privadas de propiedad de los centros universitarios que se dedican a licenciar y gestionar las patentes para que sean un éxito comercial. Suele ser habitual que profesores funden o estén en start-ups o fondos.
Es en este fructífero escenario donde Chile tiene una oportunidad gracias a las alianzas, protocolos y tratados recientemente firmados, fomentando un emprendimiento de alto nivel y acceso a los grandes talentos de nuestro país, una alianza virtuosa que fomenta el entendimiento y el mutuo desarrollo.
Francisco Sánchez, historiador
Desgracia evitable
Históricamente Chile no ha estado ajeno al fenómeno de los derrumbes. Realidad que esta semana ha cobrado importancia, producto de lo ocurrido en Valparaíso y que terminó con 6 víctimas fatales y varios heridos. Pero ¿cuáles son las causas de este derrumbe? Diversas son las explicaciones que circulan, sin embargo, todas ellas tienen un factor común, "el componente humano". Como sociedad buscamos ocupar espacios que la naturaleza ha hecho suyos durante siglos y aunque en ingeniería todo es posible, debemos respetar esa naturaleza.
Legalmente las direcciones de obras municipales deben aprobar permisos de edificación y resolver recepciones finales, pero esta fiscalización solo es posible si el propietario acude a la Dirección de Obras Municipales (DOM) y realiza la tramitación respectiva, ya que es ahí donde radica el real peligro: construir o ampliar sin los permisos correspondientes. Acción popularmente aceptada, pero que no siempre están diseñadas por profesionales. De ahí que en el derrumbe de Valparaíso haya cobrado mayor relevancia la materialidad de la vivienda derrumbada, cuando el eje de la investigación debería estar concentrado en la capacidad soportante del muro de contención, cuyo objetivo era evitar deslizamientos, también en las fundaciones de la vivienda, en la mecánica de suelos, cálculo estructural, etc.
Las viviendas de adobe son parte de nuestro patrimonio y debemos conservarlas y restaurarlas en la medida de lo posible, pero las estructuras complementarias, como obras civiles destinadas a soportar esfuerzos o canalizar aguas, deben cumplir con exigencias de resistencia mecánica y factores de seguridad que permitan su adecuado desempeño frente a los esfuerzos a los que son expuestos y en este cálculo estructural considerar que la naturaleza siempre nos sorprende con lluvias, sismos y otras cargas. Las DOM pueden tener cierta responsabilidad en el hecho por no fiscalizar y eso sin duda debe aclararse, pero también se debe crear conciencia sobre la auto fiscalización, considerando antecedentes como el año de la vivienda. Antes de 1985 la norma sísmica era menos exigente, por ejemplo, respecto del emplazamiento en laderas y quebradas, zonas de canalización o filtración de agua. Condiciones frente a las que se debe solicitar apoyo profesional, a través de las DOM. Desafortunadamente, tenemos que aceptar que este derrumbe, así como otros que tan comúnmente afectan a la industria de la construcción, son evitables con educación y conciencia del autocuidado, con responsabilidad social de autoridades, empresarios, ciudadanos y también de la sociedad civil.
Carmen Paz Muñoz ,Directora Ingeniería en Construcción, Universidad Andrés Bello