Los procesos de inmigración a lo largo de toda la historia han sido complejos y parecen inherentes al ser humano. Miles de chilenos que hoy pisan esta larga y angosta faja de tierra, tuvieron la suerte de que sus padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos se atrevieron a salir de sus países para escapar de la miseria, guerras y otros males, que tanto marcaron el siglo XIX.
¿Es justo por lo tanto rechazar la inmigración actual? Por un tema de consecuencia, no. Por un tema de empatía, no. Por un tema económico, tampoco.
Los chilenos y atacameños han tenido la suerte de nacer en un gran país, independiente de los puntos negros como casos de corrupción, problemas de inversión y otros.
Por ello lo que sucede por ejemplo con los venezolanos que están varados en la frontera con Perú, debe ser mirado con consecuencia y empatía, pero nunca con desprecio o sintiendo que hay una amenaza.
Muchos de ellos están buscando, tal como nuestros antepasados, un mejor pasar en una nación modelo para muchos países en América e incluso Europa y que en el último tiempo ha motivado las buenas relaciones con el pueblo venezolano, lo que ha incluido viajes del Presidente Sebastián Piñera para apoyar al Presidente Encargado Juan Guaidó.
No va a pasar mucho tiempo para que se escuchen voces de alarma, quizás políticos, que comparen lo ocurrido entre Estados Unidos y México, porque claramente palabras como "muro" hacen ganar elecciones como a Donald Trump.
Al gigante norteamericano siguen llegando inmigrantes en un proceso dramático porque conllevan muertes de padres, madres, abuelos e hijos.
Con este grupo de venezolanos el Gobierno debe tener un plan en un corto plazo. ¿Se estará dispuesto a asumir las consecuencias de ingresos por pasos no habilitados por ejemplo? o ¿será que más de alguno ya está en el país?
Los chilenos debemos entender que inmigración no es sinónimo de delincuencia, ni de que se van a perder trabajos, sino que de un fenómeno bastante amplio como para reducirlo a estos factores.
Pero quizás lo principal es mostrar empatía y preguntarse ¿haría lo mismo yo si estuviera en un país que no ofrece lo que quiero?