Acorralado por la Justicia y marcado por los contrastes de sus dos mandatos
HISTORIA. García gobernó Perú entre 1985 y 1990, dejando al país en la ruina económica, y luego de 2006 a 2011, con notables logros macroeconómicos.
El expresidente peruano Alan García tuvo como pocos una segunda oportunidad para enmendar los errores de su primer mandato, pero no lo logró. Nunca pudo quitarse de encima la mancha de la corrupción.
Su paso por la política quedó marcado por acusaciones que llevaron a las autoridades a intentar detenerlo ayer por el supuesto delito de lavado de activos ligados a Odebrecht.
Militante de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra), ganó las elecciones presidenciales en 1985 con sólo 36 años en medio de un respaldo popular masivo, motivado por su fuerte crítica a la expansión neoliberal de los 80.
Alimentadas por el gasto estatal, los aumentos salariales y los controles de precios, las políticas proteccionistas de García crearon un aparente bienestar económico. Limitó los pagos de la deuda externa al 10% de las exportaciones, lo que transformó a Perú en un paria para las organizaciones internacionales de crédito.
El erario se vació pronto, los créditos se detuvieron y los inversionistas extranjeros salieron del país. Las huelgas por demandas salariales se multiplicaron, la inflación superó el 1.000% y la producción nacional se paralizó.
En 1987, el repudio popular aumentaba al igual que los ataques de Sendero Luminoso, que afectaron a todo el país, mientras ministros y funcionarios morían asesinados.
Con una popularidad de apenas 9%, García cerró su mandato en 1990 dejando al país en la ruina económica.
Su sucesor, Alberto Fujimori, lo acusó de corrupción y uso indebido de fondos públicos, pero no logró apresarlo.
Se postuló nuevamente a la Presidencia en 2006 con una propuesta de apertura al libre mercado y haciendo un mea culpa por su primer mandato. Asumió en julio de ese año; anunció medidas para reducir el gasto público y recortó su salario al igual que el de los principales funcionarios del Estado, incluso los congresistas.
Su segunda gestión concluyó en 2011 con notables logros macroeconómicos: el PIB de Perú creció en promedio 7,2%. Esto se vio empañado por acusaciones de presunta corrupción ligadas a Odebrecht.