Ministerio de Ciencia y la Industria 4.0
Señor director: Sin duda que la creación del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación es un avance para Chile, más aún con el nombramiento del destacado biólogo e investigador Andrés Couve en la cabeza de esa cartera.
Sin embargo, las declaraciones que realizó el ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, en cuanto a que con este nuevo ministerio Chile se embarcará en la Cuarta Revolución Industrial, me llevan a concluir que, una vez más, en materia de desarrollo económico el Gobierno está poniendo "la carreta delante de los bueyes".
Como ASIMET hemos constatado que este tema está siendo abordado de manera errónea por el Ministerio de Economía, porque se le está dando énfasis a la transformación de los servicios y no en quien los origina, es decir, la industria, cuando debería ser al revés. El ecosistema es crear y transformarse en función de la nueva Industria 4.0. Es esa la estrategia que siguen actualmente los países OCDE con los cuales competimos.
El fenómeno se repite con la creación de esta nueva cartera. Es a partir de un Ministerio de la Industria donde se deberían generar las transformaciones que necesita nuestro país para provocar un cambio estructural de su economía, y en donde áreas como la ciencia, la investigación, la tecnología y la innovación deberían formar parte del ecosistema 4.0.
No sacamos nada con tener un ministerio como el anunciado si no se va a "dialogar" con las fuerzas vivas de nuestra industria. En Chile necesitamos hacer "ciencia colaborativa" y aplicada a las reales necesidades de la Industria 4.0.
Dante Arrigoni C. presidente ASIMET
Raros funerales nuevos
Hace una semana los habitantes del sur de Santiago vieron el funeral de un vecino que murió asesinado por otros delincuentes como él. Hubo balazos, canciones, alegría, ofrendas de licores, la camiseta del club correspondiente en el ataúd, las fotos de facebook con armas, entre diversas curiosidades barriobajeras. Incluso un menor quedó herido de bala. ¿Qué significan estos funerales?, ¿Son algo más que un pintoresquismo popular? La verdad es que son una adaptación de los ritos funerarios habituales, cumplen la misma función.
Los funerales tradicionales eran una ceremonia casi siempre religiosa o, aunque sin serlo, nos remitían a una concepción de trascendencia y de vida después de esta vida. El difunto aspiraba a una existencia sobrenatural o, al menos, seguía viviendo en el recuerdo de sus deudos y conocidos. Pero eso implicaba alguna clase de conocimiento sobre ciertos temas religiosos y una adhesión a ese conocimiento, pero hoy no son los conocimientos los que predominan, así que el difunto es objeto de una ceremonia absolutamente terrenal, sin proyección en ninguna clase de más allá, sin que haya participación de divinidad alguna y en que el fin es lo que se perifonea a gritos, balazos, luces, músicas estridentes y licor. Es el fin y nada más que el fin, cuando más un muro rayado, un retrato en alguna esquina y nada más. Tanta algarabía para nada. Uno que otro hijo póstumo, tal vez con un nuevo padre, y eso sería todo.
Estos funerales son masculinos, los balazos recuerdan a un hombre de poder, admirado, envidiado y temido, y así se va, rodeado de los signos del poder, las armas, la 'arrastrada de poncho' a la policía, entre otras señales. No hay funerales femeninos así; pero es cuestión de tiempo… ¿Y no habrá alguna madre que vaya a dejar una flor a la tumba y rece?, ¿No habrá nadie que le haga una manda y el difunto pase a ser un santo popular, una animita milagrosa? No, pues se cerró un ciclo sociocultural, la madre no irá, pues 'debe andar en sus cosas', tal vez la abuela pueda ir, pero no muchas veces, porque se ha perdido la fe y la magia de las nuevas expresiones religiosas, la santería, por ejemplo, no son lúgubres sino festivas. Como los juegos artificiales, la música toda la noche del velorio, los globos y los cánticos.
Quizás un buen mural en la población, a medida que se descascare y deje de retocarse, hacer que los nuevos habitantes miren con simpatía la imagen y, sin querer queriendo, crean que el difunto fue una buena persona.
Rodrigo Larraín, sociólogo y académico U.Central
Migración
Cuando leo y escucho las diversas opiniones sobre la decisión del Presidente Sebastián Piñera de no suscribir el Pacto Migratorio de la ONU, después de cotejar las discrepancias que el convenio representaría para Chile, me viene a la mente la recordada frase de Winston Churchill, Primer Ministro de Inglaterra, dicha en la Cámara de los Lores en los peores momentos de la II Guerra Mundial: "Los que no cambian de parecer, nunca cambian nada".
Alfredo Barra