Con el audífono puesto e inserto en su propio mundo interior, Guillermo escuchaba las palabras grabadas de su terapeuta, una y otra vez, haciendo suyo el mensaje que este le había entregado. Parte del texto decía lo siguiente: Los rigores de la vida moderna imponen un ritmo que dificulta tener tiempo para uno mismo. Nos olvidamos de nuestros sueños y terminamos el día agotados y frustrados.
Queridos amigos lectores es necesario reconocer que "la búsqueda de identidad es la búsqueda del sentido de la propia vida."
Todos los seres humanos en algún momento del trayecto, debiésemos estacionar la prisa para lograr encontrar las respuestas a aquellas preguntas que nos hacemos día a día.
La definición de identidad más apropiada la dio el psicoanalista Erick H. Erikson, en su libro juventud identidad y crisis. Ahí habla de la identidad personal como una sensación subjetiva de mismidad y continuidad, graficando esto como una vivencia personal e intransferible, difícil de definir.
El sentimiento de identidad permite que la persona se proyecte hacia el futuro, dando herramientas útiles para planear la vida con un gran sentimiento de seguridad. La identidad entonces no es una opción, por el contrario es esencial.
En la vejez suele ocurrir que llega una etapa de serenidad, con lo económico en ocasiones resuelto, los progenitores ya tienen su propio hogar y las grandes preocupaciones ahora se centran en disfrutar un paseo, una tarde con los amigos, la lectura de un buen libro o mirar sin pausa la mar. Para alcanzar este espacio hubo un largo tiempo de aprendizaje.
La identidad, debo decirlo, no es un tiempo puramente psicológico es además un tiempo psicosocial. Buscar la propia identidad significa sentirse uno mismo, como un ser singular, entendiendo que los otros y yo nos necesitamos, ya que sin ellos nada tiene sentido porque unidos formamos "la sociedad de nuestro tiempo, que es mi arraigo en el mundo".
Cuando hay una crisis tenemos que comprender que algo se está transformando, siendo una señal de que como estamos viviendo no se ajusta a lo que nuestra identidad realmente necesita.
"La vida adulta está llena de cambios y a cada paso puede adoptar un nuevo dolor".
Mily Soler Grez Comunicadora social