El pasado jueves 10 de agosto se celebró a San Lorenzo, fecha en la que se conmemora el día del minero, festividad de alta importancia en nuestra región por la relevancia que tiene esta actividad en nuestro territorio en lo productivo, lo laboral, lo social y lo cultural. Es tanta la trascendencia de la minería para Atacama que después de largos años se logró que el gobierno nacional decretará este día como feriado regional, una vieja aspiración de la identidad regional.
En este marco, es importante situar el estado en que se encuentra la actividad minera en Atacama luego del boom de los años 2009 al 2014, época dorada denominada como el "super ciclo" del sector, periodo que mucho recuerdan con nostalgia y anhelan vuelva a reproducirse a la brevedad.
En esos años el impulso de la actividad minera hizo que la economía regional tuviese un dinamismo singular que no se había dado en tal magnitud en los últimos 40 años. Así se desarrollaron una serie de emprendimientos necesarios para proveer bienes y servicios en todos los ámbitos para las empresas y las personas. Asistimos a una creciente demanda, por el aumento de la actividad, del aumento del empleo, del aumento del poder adquisitivo y la capacidad de consumo de las personas, del incremento de la población que venía a residir y/o trabajar, todo lo que originó qué la escala de producción existente se hiciera escasa y muchas veces insuficiente. Nuestra estructura productiva y social, nuestras ciudades, nuestras capacidades fueron puestas a prueba, evidenciándose las brechas entre requerimientos y posibilidades, entre oferta y demanda, tensionando el quehacer y la convivencia.
Pasados un par de años del "super ciclo" observamos como nuestra región se encuentra en un estado al que denomino de "latencia". Latencia porque las expectativas de los agentes y los grupos de interés siguen siendo altas en torno a lo que la minería traerá en los próximos años. Latencia porque para muchos existe la esperanza y la necesidad de que esta actividad vuelva a dinamizarse para reverdecer esos años dorados de bonanza. Basta escuchar el discurso de las esquinas y las conversaciones que dicen "se nota que de nuevo hay movimiento…arrendaron una casa para una empresa…aumentaron la cantidad de vuelos en el aeropuerto…", diálogos llenos de esperanza.
Esperamos que la significativa cartera de inversiones proyectadas pueda materializarse poniendo a Atacama nuevamente en el centro del protagonismo minero mundial. Atacama fue, es y será minera…pero hoy también debe ser, complementariamente, agricultura de exportación, energía y turismo. Puede y debe ser una región en la que se desarrollen y convivan una diversidad de actividades productivas que nos permitan un desarrollo sustentable y menos permeable a los ciclos económicos. Para que Atacama y sobre todo nuestra gente viva un ciclo estable de progreso y bienestar.
Rodrigo Rojas Veas rector Santo Tomás Copiapó