"El consumidor tiene más asumida la historia del Carmenère que la industria"
En noviembre se cumplieron 22 años desde que el ampelógrafo francés Jean Michel Boursiquot comenzó con la inquietud que terminó en el redescubrimiento de la cepa Carmenère. Lo que por años se pensó que era Merlot, en realidad se trataba de Carménère, una antigua y casi olvidada cepa bordelesa que echó raíces en Chile desde la viña Carmen -viña relacionada con Santa Rita- como en ningún otro país del mundo.
Tanto es así que el catastro vitícola del SAG (2014) puso al Carmenère como la quinta variedad más plantada luego del Cabernet Sauvignon, Sauvignon Blanc, Merlot y Chardonnay, con presencia en la mayoría de los valles vitivinícolas. Las 11.320 hectáreas plantadas equivalen al 8,2% del total del país. Según el informe vendimia 2016 de Vinos de Chile, la producción alcanzó los 61.201.011 litros, lo que equivale al 7% del total y al 7% de los envíos.
Chile es el país con más hectáreas plantadas de Carménère y donde se etiqueta el mayor número de botellas con esta variedad, por lo que se ha transformado en una cepa insigne. Sin embargo, Elena Carretero, gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Santa Rita, asume que el país debe "creerse" más este cuento y profundizar el trabajo público-privado para sacarle provecho comercial y turístico a nivel local e internacional.
"No podríamos decir que estamos solos. Pero sí somos los que estamos tirando el carro. Hay un debate amplio en la industria si es que se debe reconocer a la cepa Carmenère como la del país, o bien al Cabernet Sauvignon, que también se produce y mucho", afirma Carretero al ser consultada sobre cómo ha sido el devenir de esta cepa a 22 años de su redescubrimiento.
- ¿Qué significa ese acontecimiento en términos comerciales para la industria?
- Creo que el hecho de que haya sido Chile donde se redescubrió la cepa y sacar adelante nuevamente una variedad que se reconocía muerta, es un tremendo hallazgo. Eso no lo podrá quitar nadie, además de que somos los principales productores. Eso hay que saber contarlo.
- ¿Y eso se cuenta?
- Se cuenta, pero no tanto como se debería
- ¿Qué ha hecho Chile por esta cepa?
- Chile reexportó variedades de Carmenère en Italia, China y Francia, que salieron del país cuando se limpió de Merlot. En EE.UU. hay un vino californiano que en su etiqueta cuenta que esta cepa se redescubrió en Chile. Eso es algo muy importante. Importa que el Cabernet Sauvignon sea una tremenda cepa, pero eso no quita que reconozcamos que somos pioneros en el Carménère.
- ¿Qué pasa entonces que no termina de cuajar este proceso?
- Chile tiene que creerse el cuento. Mira lo que los argentinos hicieron con el Malbec. Tenemos que la historia nos legó una narración preciosa. Y eso es una responsabilidad para con un legado. El país debe asumirlo y salir con esa historia. Y esto debemos hacerlo todos.
- Del lado del consumidor, ¿en qué está este debate?
- Encuentro que el consumidor tiene más asumida la historia del Carmenère que lo que lo tenemos nosotros mismos en la industria. Debemos valorar eso y tenemos que seguir trabajando. No por poco en el país ha crecido mucho la plantación de hectáreas. Pero habrá que ponerle más esfuerzo, por ejemplo, seguir conmemorando este aniversario.
- ¿Y del lado del Estado?
- Esto es un trabajo público-privado. Esto es imagen país. El vino es el primer embajador de Chile en el mundo. Aquí tenemos que insertar esta historia de redescubrimiento. Los privados tenemos que producir, mejorar nuestros vinos y comercializarlos mejor. Y el Estado tiene que apoyar en la promoción, con campañas conjuntas. Jugar su rol.
El aterrizaje de la cepa a Chile
Se estima que el Carmenère arribó a Chile en una importación masiva desde Bordeaux entre 1840 y 1890. En esta importación llegaron principalmente Cabernet, Merlot y Sauvignon Blanc, pero sin saberlo los intermediarios insertaron miles de plantas de Carmnère, que por entonces se dejaba de plantar en Francia por el ataque de la filoxera. El 24 de noviembre de 1994 en Viña Carmen, el ampelógrafo francés Jean Michel Boursiquot descubrió que la uva llamada Merlot o Merlot Chileno era realmente Carmenère, una uva ya extinta. En 1996, Viña Carmen, envasó por primera vez un Carmenère.