El Parlamento tiene la palabra
La reforma constitucional sobre elección de intendentes vive horas cruciales. En los últimos días hemos redoblado nuestros esfuerzos para lograr un acuerdo transversal que permita destrabar este proyecto, de manera que la primera elección se realice en noviembre de 2017.
Para cumplir ese objetivo la iniciativa debe ser despachada del Congreso Nacional no más allá de septiembre, por lo que llegó el momento de las definiciones. El Gobierno las tiene claras. Ha demostrado con hechos su decisión de avanzar en la descentralización política y administrativa del país. No es solo una necesidad de nuestro proceso de desarrollo, sino además uno de los anhelos más sentidos de la ciudadanía, como se ha expresado en el marco del proceso constituyente.
Valoramos la convergencia que se ha ido generando entre los parlamentarios de la Nueva Mayoría e independientes en torno a la propuesta que establece el 40 por ciento de los votos como umbral para elegir a los futuros gobernadores regionales y la realización de una segunda vuelta si fuera necesario. Esta fórmula permite que la máxima autoridad regional cuente con un apoyo ciudadano significativo y garantice una representatividad adecuada especialmente en los primeros años de un proceso de descentralización que recién comienza.
Elegir a los intendentes no es la solución al centralismo, pero sí es un paso importante en el contexto de un proceso gradual y de largo plazo que le va a entregar mayor autonomía a las regiones, y con miras a contar con intendentes que efectivamente velen por los intereses de la región y que no estén sujetos a las directrices del gobierno central y al riesgo de ser cambiados cada uno o dos años.
La ciudadanía está mirando con atención este debate y le sería difícil entender que esta reforma fuera rechazada por un desacuerdo en el mecanismo electoral. Las regiones y el Gobierno esperan que la voluntad descentralizadora tantas veces expresada por diputados y senadores de todos los sectores, ahora sí se vea reflejada a la hora de votar esta iniciativa. El Parlamento tiene la palabra.
Apoyo a la presidenta
Religión
Inyección a la vena
Señor director:
Ricardo Cifuentes Lillo, subsecretario de Desarrollo Regional
Las recientes cifras entregadas respecto al apoyo que posee la Presidente Bachelet son muestra de la distancia entre los intereses de las personas y los intereses ideológicos de la coalición gobernante. Mientras las comunidades escolares persiguen la calidad y el éxito académico, el Gobierno se dedica a perseguir al fantasma del lucro. La Ley de Inclusión anota que los colegios deberán constituirse en personas jurídicas sin fines de lucro, debiendo ser dueños de los inmuebles donde operan, estableciendo además una serie de disposiciones respecto al uso de los recursos originados en la subvención. Lo anterior no hace más que rigidizar la gestión de las escuelas y abocar gran esfuerzo en cumplir los requerimientos del Gobierno. Por su parte, alumnos y apoderados se preguntan si podrán seguir estudiando en sus colegios, si aquellos serán gratuitos o no, a lo que se suma la incertidumbre que genera la comúnmente conocida tómbola, a saber: los software que asignarán a los alumnos a las escuelas cuando exista más demanda que cupos. Lo indicado claramente no repercute en el rendimiento que se obtiene en las aulas y se aleja de los anhelos de los que mes a mes son consultados respecto a su apoyo a la Presidenta.
Iván M. Garay Pagliai
Señor director:
Etimológicamente existen varias tendencias para definir el significado de religión, pero la mejor, es aquella que establece "estar fuertemente ligado", como se entiende en la actualidad: estar ligado con Dios el Creador, a través de Cristo en las comunidades católicas y cristianas. Y que exigen ser creyente y someterse a la doctrina, escrituras, mandamientos y normas que rigen a la respectiva iglesia (comunidad). Los ataques de estudiantes delincuentes y terroristas incendiarios de iglesias e imágenes sagradas llaman a reflexionar acerca de los motivos encubiertos que llevan a estos hechos de odio y destrucción. Indudablemente no tratan de destruir las cosas materiales, sino insultar a Dios a través de la religión, y que sin duda provienen de algunos que profesan el ateísmo. Desligar al hombre de Dios, es dejarlo desvalido y huérfano para que quede disponible a abrazar otras "religiones", ligándose a doctrinas políticas que están en busca del poder. ¡Alerta, cristianos y creyentes!
Marcos Concha
Señor director: Los últimos anuncios de la Presidenta Bachelet en relación al tema de las pensiones fueron derechamente "una inyección a la vena" para intentar revivir en las encuestas…aunque para muchos tarde, poco profunda, reactiva a la presión de la calle y a la visita del padre de la AFPs,….
Luis Soler