la gobernación de Anbar, oeste de irak, fue controlada por ISIS poco después de que Phil Klay abandonó la zona.
Doce son los cuentos que componen "Nuevo destino" (Literatura Random House), el primer libro del escritor y ex marine estadounidense Phil Klay (1983, Nueva York). Escritos crudos, directos, a ratos sarcásticos, siempre en primera persona, que se ven cruzados por el daño físico, sicológico y espiritual que provoca la guerra en los soldados y su entorno.
En "Nuevo destino" se exhiben doce trozos de la guerra de Irak. Klay entrega una galería de narradores distintos, con experiencias desiguales, pero unidos por una experiencia inquietante, interminable. En los cuentos no hay heroísmo ni épica, sólo derrota y desesperación. Algo de tedio. Esa fibra oscura es la que recorre el libro: Estados Unidos se ha acostumbrado a las guerras sin victoria y sin final.
No es extraño que el escritor y periodista George Packer haya escrito en "The New Yorker" que "Nuevo destino" es "la mejor obra literaria escrita hasta ahora por un veterano de las recientes guerras de Estados Unidos". Tampoco que ganara el prestigioso National Book Award como mejor libro de ficción o que Barack Obama lo definiera como una lectura "poderosa e inolvidable". Hay algo en el libro de Klay que provoca que se lea como una obra mayor sobre la guerra, más como una novela coral que un volumen de cuentos.
El libro ataca la complejidad de la guerra desde una narrativa fracturada, directa pero recta, múltiple; como haciendo un paralelo descarnado con la guerra moderna. En "Informe posmisión" un miembro de la policía militar hace creer a sus compañeros que él mató a un niño iraquí para proteger al soldado con el que comparte cuarto; en "Cuerpos", un marine de Asuntos Funerarios dice que sus camaradas ven los espíritus de los muertos rondando los cadáveres; más adelante, en "En Vietnam tenían putas", un grupo de marines desesperados comparte una muñeca inflable, también usan las miras de sus fusiles para observar mujeres.
El autor explica en esta entrevista que "era importante para mí contar historias de guerra más allá de lo que estamos acostumbrados a escuchar. Además, existe una tradición de los veteranos que regresan de la guerra y dicen 'las cosas como son', entregan sus duras verdades sobre la guerra a una audiencia civil cuyo trabajo es solamente recibir esa información. Yo no quería eso. Quería doce veteranos que dijeran 'las cosas como son', pero contando historias que no coinciden, de narradores que no estén de acuerdo entre sí sobre lo que significa la guerra".
-La no ficción vive un boom en el último tiempo, desde dominar las listas de libros más vendidos al reconocimiento de la alta literatura con el Premio Nobel que ganó Svetlana Alexiévich. ¿Por qué optaste por la ficción para contar tus historias?
-La ficción me ofrecía muchas herramientas valiosísimas para llegar a las preguntas que quería hacer. Puedes tomar tus personajes y forzarlos a situaciones que ponen sus valores y su forma de ver el mundo en riesgo. También puedes invitar a los lectores a las cabezas de los personajes mientras eso sucede.
-Los personajes de "Nuevo destino" dudan, padecen la guerra sin llegar nunca a comprenderla del todo. ¿Por qué quisiste alejarte de este tipo de narraciones bélicas clásicas en que un veterano vuelve a casa para contar "la verdad"?
-La "verdad" que es importante no es tanto lo que pasó o lo que es. No es suficiente para crear un balance casi documental de la realidad. Necesitas encontrar una verdad que a menudo se encuentra en algún lugar entre los hechos, pero no necesariamente depende de ellos. Pienso en "La Ilíada". Si un veterano de la guerra de Troya la leyese, se pondría furioso. ¡Homero no sabía ni siquiera cómo se usaban los carros falcados en ese entonces! ¿Qué sabe este poeta ciego de la guerra? Y, sin embargo, durante miles de años los veteranos se han encontrado a sí mismos en ese poema.
-Los cuentos de "Nuevo destino" se alejan de cualquier heroísmo, son personajes profundamente quebrados por la guerra, que se escapan de la imagen que tenemos a través de la propaganda bélica. ¿Qué tan importante era para ti mostrar a estos hombres con todos sus matices y sombras?
-Sentí fuertemente que la única manera en que podía justificar escribir estas historias, que no me pertenecen, sobre experiencias que, en mayor parte, nunca he tenido, era hacerlo de la forma más honesta y vigorosa posible.
-En muchos relatos se repite una cierta perturbación por la apatía con que los civiles reaccionan a la guerra en Estados Unidos. ¿Te afectó esa indiferencia cuando regresaste?
-Ciertamente fue desconcertante. Las decisiones políticas que se toman en casa tienen un efecto enorme en las decisiones de vida o muerte que se toman en el exterior, y una de las preguntas centrales que me hice cuando escribí este libro fue cómo involucrar profundamente a los civiles en el tipo de asuntos políticos y morales que aquejan a tantos veteranos.
La guerra y el arte
Phil Klay estuvo trece meses en Irak, desde enero de 2007 a febrero de 2008. Mayormente en la gobernación de Anbar, en el oeste del país, que en esos años era el centro de la insurgencia sunni. Recuerda que la violencia fue disminuyendo. Recuerda, también, que años después gran parte de ese territorio fue tomado por ISIS.
Lo cierto es que durante su estadía en Irak, Klay escribió poco y nada sobre la guerra. Más que nada leyó: "Don Quijote de la Mancha" (1605), "El arcoíris de la gravedad" (1973), de Thomas Pynchon, los primeros nueve volúmenes de "Una danza para la música del tiempo" (1951-1975) de Anthony Powell. Meses después de volver, comenzó a escribir lo que terminaría siendo "Nuevo destino". Llegar a Nueva York desde Irak fue el germen: un día en Times Square siempre será igual, pase lo que pase en Faluya. Esa contradicción, en un país en guerra, se le pegó al cuerpo como ropa mojada.
-Junot Díaz dice que se hizo escritor para confrontar o eliminar sus preguntas acerca de lo que significa ser humano. En su caso, ser un humano dominicano que creció en Nueva Jersey. ¿Por qué escribes tú?
-Creo que la confrontación con lo que significa ser humano es una visión correcta. En mi caso, escribo tratando de hacer frente a mis preguntas sobre la guerra de Irak, las experiencias de los que están cumpliendo servicio allí y cómo los mira Estados Unidos cuando regresan. Todo eso lo proyecto por medio de la ficción: puedo tomar mis ideas sobre el mundo y hacerlas parte de una historia para ponerlas a prueba, tensionarlas y convertirlas en algo mucho más complejo.
-¿Qué eres antes: un ex marine del Ejército de Estados Unidos o un escritor?
-Tengo un hijo de dos años y medio, así que creo que en este momento, o especialmente a las tres de la mañana durante un cambio de pañales, soy padre.
-¿Cómo es tu proceso de escritura?
-Siempre escribo a mano primero. Es sólo una manera de sacar mis pensamientos y ponerlos por escrito. Cuando reescribo, a menudo ni siquiera miro los primeros borradores. Luego, continúo con varias rondas de revisión mientras leo e investigo más sobre el tema.
-¿Cuánto tiempo te lleva investigar?
-Hago un gran trabajo de investigación. Leo muchísimos libros, periodismo y entrevisto a personas que me pueden contar más sobre el tema. Después envío mi trabajo a amigos para que me hagan comentarios y, siempre, reviso por etapas. Ahí sé que se acerca el final.
-¿Qué requiere más disciplina, ser un marine o un escritor?
-Creo que ambas requieren la misma cantidad de disciplina. Aunque las habilidades que me enseñaron como marine van más allá de ella. Me enseñaron a tomar decisiones y saber controlar las cosas en entornos complicados, lo que es demasiado útil para un escritor.
-¿Estás trabajando en un nuevo libro actualmente? ¿De qué va?
-Estoy trabajando en una novela sobre la intervención de Estados Unidos en Colombia. Ya veremos cómo va.
Phil clay en los tiempos en que fue marine de estados unidos.
Por Javier Correa
"Los veteranos regresan de la guerra y dicen 'las cosas como son', entregan sus duras verdades a una audiencia civil (...) Yo no quería eso".
AP Photo/Adil al-Khazali