Alertas tras la fallida alarma
El estridente despertar de la madrugada del lunes llama a reflexionar sobre la tecnología y la seguridad.
En un país donde las emergencias son casi el pan de cada día, el estridente mensaje de alerta emitido por los teléfonos móviles a las 5.40 horas de la madrugada de ayer impactó severamente a miles de personas.
El ronco sonido que en medio de la oscuridad interrumpe el sueño y no se sabe de dónde proviene hasta que se ubica el origen y se logra ver el mensaje que lo acompaña, fue una experiencia que merece sanciones a los responsables y un análisis dentro del señalado contexto de continuas contingencias nacionales. Hay que recordar que la noche anterior al suceso, el domingo, los canales de televisión insistieron, casi majaderamente, con imágenes de marejadas que, se reiteraba, se mantendrían hasta el lunes.
A poco del obligado despertar, autoridades y la empresa responsable intentan dar explicaciones: son pruebas que se hacen habitualmente, pero en forma interna, para constatar el funcionamiento del sistema de alerta… Se lamenta el hecho y se harán las investigaciones del caso.
Sin duda el sistema hay que probarlo, pero la falla está cuando la prueba pasa los filtros y se expande con sonido y texto por el mundo digital. Y el mismo texto es casi un chiste: se trata de una prueba "sin costo". El sueño y la tranquilidad perdida sí tienen costos para todos.
Pero el problema de fondo reside en que esta falla del sistema de alertas a través de teléfonos móviles lleva a desconfiar de futuras alarmas, que pueden ser reales, como aquel viejísimo "cuento del lobo". Además, no se puede olvidar que recientemente se han denunciado fallas en instalaciones de alarma pública para el caso de tsunamis. Hilando más fino, es atendible considerar la incursión de piratas digitales en las redes, dada su vulnerabilidad. ¿Hay protecciones contra esas acciones que pueden tener graves alcances?
El episodio de la madrugada de ayer llama a revisar los protocolos existentes. No se pueden acotar las investigaciones y posibles sanciones sólo a ese caso, resonante y molesto.
Hay que examinar todos los sistemas de alerta, las pruebas de circuitos internos y externos. Y lo fundamental es informar a la población sobre los procedimientos en general con el fin de validarlos en todos los sectores.
La tecnología debe ponerse al servicio de la seguridad colectiva, de las personas y de sus bienes, pero con los mayores estándares de calidad y confiabilidad. En caso contrario, los esfuerzos públicos y privados no lograrán los objetivos de prevención, comunicación y asistencia tan necesarios en nuestro siempre inquieto territorio.