Hace un par de años escribí que algunas personas vinculadas al deporte, al turismo y al ámbito productivo, al parecer ignoran los recursos culturales que tenemos en nuestra región y en el norte. Con respeto lo reafirmo hoy cuando se comenta de los aportes y beneficios del rally Dakar en Atacama, ignorándose que el desafío primordial es proteger el patrimonio cultural de nuestra prístina tierra.

Es probable que a muchos deportistas no les agradará este comentario, pero porfiadamente pienso que la tolerancia y la diversidad de ideas, opiniones y propuestas enriquece a las comunidades. Este juicio tiene un afán propositivo, no es una mera crítica, sólo intenta hacer llegar nuestra modesta voz a quienes tienen la responsabilidad de velar por nuestro patrimonio natural, arqueológico, biológico e histórico, con el fin que se reflexione, se analice y se propongan eficaces medidas para evitar la destrucción de nuestra pertenencia cultural en el desierto de Atacama.

La ciudadanía espera expectante la decisión de la ministra de Deportes sobre la vuelta a Chile del rally Dakar, en el que se supone debe participar también el ministro de Cultura y el Consejo de Monumentos Nacionales. Por otra parte, será positivo que las autoridades regionales, parlamentarios y personas vinculadas a la cultura, soliciten información de las rutas que recorrerá el rally Dakar, y se haga pública con anticipación en diarios regionales y nacionales, -lo que nunca se ha hecho- para que los expertos en estas materias puedan prevenir con antelación la protección de antiguas rutas de carretas mineras, de milenarios caminos indígenas, sitios arqueológicos, reserva de chinchillas en extinción y otras riquezas naturales.

Si bien es cierto este deporte tuerca despierta pasiones en la gente, es innegable oír a los que comprenden el impagable costo que significa el paulatino daño a invalorables lugares patrimoniales insertos en el desierto que les pertenece, además, a las generaciones futuras.

Finalmente, me pregunto si los funcionarios públicos de la región entenderán el aporte de millones de dólares al Dakar, cuando se les dice que sus justas demandas que apuntan a mejorar su calidad de vida, no pueden ser atendidas por la situación económica del país. Calidad de vida para todos los atacameños y atacameñas.

Omar Monroy Historiador y escritor

Cuando hoy comienza el retorno de muchos ciudadanos que se encontraban fuera de la zona, cuando comienzan los preparativos para ingresar a clases, cuando una parte de los trabajadores regresa a sus labores cotidianas, es necesario mantener la calma y actuar con tiempo, para evitar accidentes producto de la premura por reanudar nuestras actividades.

En estos días más que nunca se requiere desplazarnos con tranquilidad, ajustar nuestros horarios y sobre todo actuar con tranquilidad producto de la avalancha de compromisos y acciones que se deben realizar en el mes de marzo.

Es un mes agitado y se requiere que actuemos con la mayor responsabilidad posible, que programemos nuestras acciones y que junto a nuestra familia planifiquemos las acciones del día, para evitar actuar apurados, bajo presión y sometidos a un estrés innecesario.

El llamado es a evitar accidentes de tránsito, a tener la paciencia necesaria con los tacos que nos encontraremos en algunas arterias, sobre todo con los arreglos de avenidas y calles que están sometidas a pavimentación.

Debemos volver a retomar nuestros hábitos cotidianos y es importante que la población tome conciencia que al desplazarnos por la ciudad, no lo hacemos solo y que debemos respetar a quienes no rodean.

Los que regresan a casa de sus vacaciones, no olvidar que las rutas de la zona son peligrosas por el alto tráfico de camiones y buses y que se hace necesario tomar todas las precauciones necesarias.

Si todos cooperamos con nuestra mejor disposición podremos sortear el mes de marzo sin inconvenientes y no tendremos que enfrentar accidentes o molestias ciudadanas productos de la impaciencia o algún arrebato.

Nos llega marzo con su apretada agenda de actividades y debemos tener la capacidad de hacerle frente con optimismo y no con frustraciones o molestias que en nada contribuirán a desenvolvernos sin inconvenientes en el retorno a nuestra vida cotidiana en la ciudad.