Un tema complicado es el que actualmente se vive con la crisis de credibilidad que afecta a diversas instituciones, principalmente las relacionadas con la clase política. Una crisis generada por situaciones irregulares, incluso delitos que se han hecho público en el último tiempo y que han desatado una molestia generalizada.

Para muchos no es novedad. Es algo que se sabía y que en repetidas ocasiones habían observado que se practicaban a vista y paciencia de todos. Eran prácticas aceptadas pese al olor a corrupción que emanaba de cada uno de esos acuerdos.

El tejado de vidrio ha sido la tónica de muchos de los actores que han intervenido en el debate. Se ha criticado y al corto tiempo nuevos antecedentes comprueban que aquellos acusadores no tenían la moral para hacerlo.

Como país no podemos hacer más que lamentar lo ocurrido y exigir que la justicia condene a quienes cometieron delitos o que intentaron corromper el poder político para el beneficio de sus intereses.

Pero también debiéramos trabajar en eliminar todos los flancos débiles que han permitido que se produzcan estos hechos lamentables. Y por supuesto, reiterar que quienes ingresan en el servicio público es por vocación y lejos estarán de enriquecerse, pero sí contarán con la dignidad suficiente para vivir.

Reiterar que con las nuevas regulaciones su carrera tendrá un tiempo finito y tendrán que saber desenvolverse lejos del aparataje estatal y de sus influencias.

Quizás allí encontremos algunas dificultades porque precisamente quienes dedican algunos años al servicio público, les cuesta reinsertarse en el ámbito privado y eso ha permitido que caigan no sólo en cobrar por servicios no prestados también en relaciones con el empresariado que son éticamente criticables.

Son esas fisuras las que fueron utilizadas y las que deben sellarse definitivamente. Primero legislando y segundo insistiendo en contar con políticos convencidos en que tendrán su tiempo para dedicarse al país y otro para preocuparse de lo suyo.

Pamela llena de energía esa mañana de sábado, estaba ordenando el dormitorio de su hijo Joaquín y lo hacía con despreocupada alegría. Sacó todo del closet, botó aquello que no servía, vació cajones, en fin, había llegado el momento de ubicar cada cosa en su lugar. Cuando terminaba su tarea, enorme fue la sorpresa que tuvo al encontrar envueltos dentro de una pequeña toalla, varios sobres que contenían ¡MARIHUANA!…

Queridos amigos lectores: Sé que decir, es más fácil que hacer, pero mi obligación de comunicadora y orientadora, me exige realizar una pausa en el camino para recordarle a cada uno de ustedes, que somos los padres los responsables de enseñarle normas a nuestros hijos, sobre lo que es bueno y lo que es malo, de lo correcto o incorrecto, demostrando con nuestro actuar una real consecuencia con la prédica, actuando tal como pedimos. Los niños desde muy pequeños tienen legitimidad de conocer que el paso por el mundo implica derechos y deberes. Les hace bien compartir trabajos en casa, la disciplina en el colegio, siendo necesario que adecuadamente, respeten horarios y reglas establecidas. Es indudable que la mejor forma de ayudarlos en sus obligaciones, es alentándolos con "dureza afectiva", conversando con ellos abierta e interesadamente, comprendiéndolos, sin dejar de lado la firmeza en cuanto a nuestras propias convicciones, esto sin duda, todo adolescente lo valora. Por otro lado es contraproducente mostrarnos aterrorizados, si sorprendemos a nuestros progenitores participando de un grupo de marihuaneros, lo aconsejable es manejarnos con calma, sin amenazas, ni castigos por posibles desastres que a los menores les parece absurdo creer. Permanentemente las órdenes del hogar deben ser claras, definidas y coherentes, con autoridad sin autoritarismo, sacándonos a tiempo las vendas de los ojos, ya que la presencia de drogas y alcohol en nuestros jóvenes no es un mito, por el contrario, una fuerte realidad que hay que enfrentar, abriendo dentro de la familia y los colegios el tema.

¡ATENCIÓN! "Señales de advertencia de un infante que está consumiendo":

Cansancio matinal, no quiere ir al colegio, irritado a veces; alegre y activo otras, siempre con deseos de estar en la calle, amigos nuevos y desconocidos, dinero que desaparece, regala cosas de valor, elude conversar con sus padres y hermanos, está decaído, deprimido, mirada rara, conducta ausente, inquietud corporal, ojos rojos, sed, tos, sueño inquieto, pesadillas.