Celebración en Teherán, loas en Washington, indignación en Israel y contención en Riad: el primer acuerdo marco entre Irán y la comunidad internacional para poner fin a 12 años de contencioso nuclear desató aprobación y críticas en la misma medida.
El Presidente iraní, Hassan Rohani, aseguró ayer en un discurso en la televisión estatal que el acuerdo abre un nuevo capítulo en la cooperación internacional. "Ahora comienza la era del respeto y la cooperación con el mundo", afirmó.
Su objetivo fue desde el principio tanto garantizar el derecho de Irán a su programa nuclear civil como a impulsar la economía logrando el fin de las sanciones contra el país.
"Queríamos que además de las centrifugadoras, también la rueda de la economía volviera a girar", dijo Rohani. Y eso es lo que consiguió su Gobierno con el acuerdo, que prometió implementar correctamente y espera que la otra parte haga lo mismo. En la noche del jueves la gente salió a celebrar espontáneamente a las calles de Teherán.
El acuerdo marco logrado en Suiza entre el grupo 5+1 (integrado por EE.UU., Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) con Irán contempla restricciones significativas al programa nuclear civil de Teherán durante una década, a cambio del levantamiento de las sanciones económicas que durante los últimos años lastraron a la República Islámica. Sin embargo, no es definitivo: en los próximos meses se trabajará sobre este acuerdo marco, para lograr uno definitivo antes de que finalice junio.
Las críticas más fuertes llegaron, como se esperaba, de Israel, que sigue viendo amenazada su existencia por Irán. El gabinete de seguridad israelí manifestó ayer oficialmente su rechazo al considerar que el acuerdo "constituye un gran peligro para la región y para el mundo, y pone en peligro la supervivencia del Estado de Israel", dijo el primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Entre otras cosas, Netanyahu criticó que las sanciones internacionales vayan a levantarse rápidamente: "El acuerdo reforzará considerablemente la economía iraní. Por lo tanto, dará a Irán los medios para impulsar su agresión y su terror en Cercano Oriente".
El peligro de una carrera nuclear armamentística en la región aumentará también el peligro de que haya guerras, continuó el Jefe de Gobierno. Desde su punto de vista, sólo hay una alternativa: "Mantenerse firme, aumentar la presión sobre Irán hasta que se alcance un buen acuerdo". El Presidente estadounidense, Barack Obama, alabó sin embargo el acuerdo como un paso histórico.
Otra de las reacciones más esperadas era la de Arabia Saudí, principal competidor de Irán por la influencia regional. Sin embargo, Riad reaccionó de forma contenida. En una conversación telefónica mantenida ayer con Obama, el rey Salman manifestó su esperanza en que se alcance "un acuerdo final vinculante", tras el provisional logrado el jueves, "que lleve a una mayor seguridad y estabilidad en la región y en el mundo", informó la agencia de noticias oficial saudí SPA.
Obama, por su parte, aseguró al monarca que EE.UU. seguirá "cumpliendo sus obligaciones respecto a la seguridad de Arabia Saudí", señala la información.
El jueves, Obama invitó a los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo liderado por Riad a reunirse con él en un esfuerzo de garantizarles su seguridad contra cualquier amenaza de Irán.
La pelota está también en el Congreso de EE.UU., dominado por los republicanos y que podría torpedear el acuerdo. El Congreso deliberará sobre endurecer las sanciones contra Irán o si vincular el eventual acuerdo a una necesaria aprobación del Congreso. Antes de que finalice la pausa de Pascua, Obama intentará convencer a los miembros del Congreso de que no den esos pasos: tampoco está claro si los votos de demócratas y republicanos bastarían para evitar que Obama vetara esas medidas, como ya anunció.