Una señal de alerta para los políticos
El "bombardeo" de declaraciones por los casos Penta y Caval ya deja varios heridos en las coaliciones políticas, con consecuencias que aún están en pleno desarrollo en uno y otro lado.
Ambas situaciones de por sí son preocupantes para el país y merecen ser aclaradas con toda la transparencia posible, esto por el bien de la representatividad de estos conglomerados.
Si bien muchas de estas acciones pueden tener una sanción legal, hay otras que están al límite de una delgada línea de lo que es correcto, pero cuestionable éticamente. Ahí es donde comienzan los problemas y la pérdida de credibilidad de las figuras públicas.
Estos casos son un espejo del descrédito actual de un importante segmento de la clase política, con personeros más ocupados de la defensa corporativa que de buscar el fondo del asunto.
Todo ello va de la mano con la última encuesta Adimark, un verdadero dolor de cabeza para los políticos y que mide el pulso de cómo los ciudadanos ven a sus líderes, aquéllos que los representan y toman decisiones por ellos.
Y el llamado de atención no puede ser más que preocupante. La mala evaluación en general y la brusca caída de la oposición en los niveles de aprobación son factores a tomar en cuenta, y que está en directa sintonía con la alta abstención de las últimas elecciones.
Algo no está funcionando y los políticos deben estar muy atentos. La gente perdió la confianza en ellos y cuando esto sucede se está en una cornisa muy peligrosa para la democracia.
Ahora la misión de los representantes populares es estar al servicio de la gente, de ser ejemplos de probidad y dar sentido a su vocación pública, no cayendo en el discurso populista. No puede dar lo mismo a quién elegimos ni que una minoría decida por todos, más aún cuando hay elecciones el próximo año.
La clase política tiene una gran tarea por reconquistar a la gente, que está mandando un potente mensaje que las cosas así no funcionan. Es necesario mirarse al espejo y volver a prestigiar esta actividad.