La primera persona diagnosticada con ébola en EE.UU., el liberiano Thomas Eric Duncan, murió ayer por la mañana en un hospital de Dallas, Texas.
El paciente, de 42 años, se infectó con el virus en Liberia, peru fue diagnosticado en EE.UU. El suyo fue el primer caso detectado fuera de Africa desde el inicio de la pandemia.
Según indicó el hospital -donde Duncan estaba siendo tratado-, el hombre falleció a las 7.51 local (12:51 GMT) de ayer. "Batalló valientemente hasta el final", aseguraron desde el centro asistencial, y agregaron que todos los colaboradores de la clínica comparten el luto de la familia.
El hombre arribó el 20 de septiembre pasado a Texas y cuatro días después se quejó de fiebre y malestar. Sin embargo fue rechazado por un hospital, pese a que según el testimonio de parientes, aseguró explícitamente que procedía de la zona afectada por el ébola.
El Gobierno liberiano lo acusó de todas maneras de haber mentido a su salida del país. Pese a que ayudó a una mujer moribunda en un taxi, aseguró no haber tenido contacto con enfermos. Cuando partió tenía una temperatura de 36,3 grados, es decir, completamente normal.
Ante este caso, la Casa Blanca anunció ayer que los viajeros procedentes de los países afectados por el ébola en el futuro serán investigados en cinco grandes aeropuertos estadounidenses para detectar eventuales síntomas.
Se verán afectados por la medida los pasajeros en los aeropuertos internacionales de Nueva York John F. Kennedy, Newark en Nueva Jersey, Chicago O'Hare, Washington Dulles y Hartsfield-Jackson en Atlanta.
Esto comprenderá por día a sólo unos 150 viajeros. También se medirá en el futuro la fiebre en estas pruebas.
La policía fronteriza CBP de EE.UU. ya investiga a todos los viajeros por posibles síntomas de la enfermedad, según dijo a DPA una portavoz del Departamento de Seguridad Nacional de ese país, aunque no dio a conocer el alcance de estos análisis.
El medio "Boston Globe" difundió ayer un volante que es entregado -según el diario- a quienes llegan a EE.UU. procedentes de Liberia, Sierra Leona y Guinea. Allí se explican la enfermedad, sus síntomas y desarrollo de una eventual infección.
El Caso español
Teresa Romero, de 44 años, pudo contraer la enfermedad al rozarse el rostro con uno de los guantes utilizados para entrar en la habitación de uno de los sacerdotes hospitalizados en Madrid, Manuel García Viejo, quien falleció el 25 de septiembre a consecuencia del ébola.
Así se lo comunicó ella misma a uno de los médicos que ahora la atienden en ese mismo centro, el Hospital Carlos III, tal y como él lo explicó después ante la prensa. "Este tipo de maniobras pueden pasar inadvertidas incluso para ella. Por eso quizá ha tardado tanto en decirlo, porque ha estado pensando en cómo fue el proceso", dijo a su lado la subdirectora del centro, en el que la paciente está aislada desde el lunes.
El responsable de Sanidad de la región de Madrid, Javier Rodríguez, acusó sin embargo, a la enferma de haber mentido y de haber ocultado a los médicos que la atendieron cuando tuvo síntomas del ébola que había tratado a dos personas infectadas por el virus.
Las declaraciones de la enfermera no suponen el cierre de la investigación que lleva a cabo personal del Carlos III, bajo la supervisión del Ministerio de Sanidad. "Es un elemento más, hay que seguir cerrando elementos para saber con exactitud qué ha ocurrido", explicaron fuentes del área.
Otra de las hipótesis que está sobre la mesa es una posible laxitud en algunos de los procedimientos seguidos para evitar el contagio por ébola, admitida por las autoridades españolas ante las europeas, según explicó ayer el portavoz del comisario de Salud de la Unión Europea (UE), Frederic Vincent.
En todo caso, las circunstancias en torno a este contagio serán investigadas por la Fiscalía de Madrid, que ayer abrió una investigación.
La paciente infectada evoluciona favorablemente y está siendo tratada con un antiviral y suero con anticuerpos, ambos experimentales.
Pese a las protestas y la negativa de sus amos, el perro de la mujer infectada por ébola en España fue sacrificado ayer. "Desgraciadamente no ha quedado más remedio" que sacrificarlo, dijo el consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid, Javier Rodríguez. Un furgón trasladó al perro entre las protestas de las numerosas personas que desde el martes se habían concentrado frente a la vivienda de la enfermera, en una campaña apoyada por defensores de los animales para pedir que no fuera matado. Excálibur fue sacrificado como medida preventiva contra la transmisión del virus.