Descentralización y desarrollo
La Comisión Presidencial para la Descentralización y el Desarrollo Regional definirá este fin de semana sus conclusiones, las que serán presentadas al Ejecutivo. En esta tarea, encomendada por la Presidenta de la República, han participado delegados representantes de diversas actividades, buscando, además, una amplia presencia política.
En su trabajo la Comisión ha recogido las inquietudes regionales, logrando así casi 30 puntos que deben tener una sanción definitiva a través de votaciones que se realizarán en el encuentro que tendrá lugar esta semana en Valparaíso.
Las propuestas son amplias, incluyendo la elección de intendentes, regionalización de impuestos, fortalecimiento de municipios, mecanismos para crear nuevas comunas, integración de áreas metropolitanas para abordar en conjunto iniciativas de alcance territorial, sumando recursos y propuestas, y mayores atribuciones para los Gobiernos Regionales, entre otras materias.
Si bien es ineludible tener cierto escepticismo ante estos nuevos esfuerzos, pues las iniciativas descentralizadoras han sido de pobres resultados, el trabajo en marcha merece ser mirado con optimismo. Hay en ellos, quizás más que antes, una participación amplia y opiniones que deben ser tomadas en cuenta.
La descentralización es un tema país; aparece en esa tarea la oportunidad para restablecer una olvidada 'justicia territorial' que alcance a todos los ciudadanos, a todos los habitantes, especialmente a aquellos de zonas extremas y aisladas que son víctimas del abandono en su vida diaria, en sus posibilidad de crecimiento personal, en su salud, en su educación -manoseada palabra- o su conectividad.
La Comisión Presidencial que entregará su conclusiones encierra un doble desafío: por un lado, la importancia de establecer acuerdos afinados que identifiquen problemas y posibles soluciones; pero, por otro lado, aparece la responsabilidad de quien reciba esas conclusiones -la Presidenta de la República-, quien debe utilizarlas como herramienta para estructurar en base a ellas proyectos de ley, decretos y reglamentos que derriben los muros del centralismo.
Y hay que tener presente que las leyes no son mágicas; su aplicación debe ir acompañada de voluntad, de la autoridad y del cuerpo social en su conjunto, de todos los sectores, público y privado, que son responsables de traducir en sus acciones un ánimo real de derrotar el centralismo que ahoga y que frena, con altos costos, el armónico desarrollo nacional.