Las últimas semanas han golpeado con especial dureza el alma y entereza de los chilenos. El terremoto y posterior tsunami en Iquique y la tragedia en Valparaíso ponen una vez más a prueba la capacidad de reacción de todo un país.

Las diferentes cruzadas solidarias tienen nombre y apellido de varias instituciones, pero también hay una serie de rostros anónimos que pasan desapercibidos ante la desesperación de la gente, pero que juegan un rol fundamental en aplacar este dolor.

Entre estos silenciosos héroes destacan los voluntarios de Bomberos, hombres y mujeres de una raza especial que no dudan en arriesgar sus vidas para ayudar a los demás, muchas veces sin ni siquiera recibir la palabra "gracias" como retribución.

El Cuerpo de Bomberos de Chile es una institución única. Sus integrantes no reciben sueldos y a ellos sólo los motiva aquella fuerza de contribuir al bienestar del prójimo, sin jamás descuidar su alto grado de especialización.

Vale la pena consignar que esta entidad es la única de carácter voluntaria en todo el continente, por ello adquiere mayor relevancia su rol en la sociedad chilena. El valor y heroísmo demostrado en Valparaíso sólo dan cuenta de la infinita generosidad de quienes integran esta organización.

Atacama y sus bomberos también han dicho "presente" a la hora de tender una mano. Fueron los voluntarios especialiados de esta región quienes se unieron al trabajo por extinguir definitivamente el devastador incendio en el puerto, tal como lo diera a conocer hace unos días Diario Atacama.

Los bomberos de Atacama se han preocupado también por estar en la primera línea de trabajo cuando esta zona, especialmente, ha enfrentado situaciones de emergencia como derrumbes y accidentes mineros. De ello se sabe bastante después de lo ocurrido en la mina San José.

Estos voluntarios no claudican en su infatigable misión, es más, redoblan su compromiso con la comunidad, aún cuando los recursos con los que puedan contar, no sean los óptimos. Es por eso que los bomberos son un orgullo para Chile.

La ( dis) capacidad , no es un atributo que las personas poseen, sino que es la resultante entre el déficit o dificultad de esa persona, con el conjunto de características contextuales -ambientales, que la rodean, por tanto en la mayoría de los casos, la discapacidad es acentuada e incluso originada desde el propio contexto. De modo de atenuar las barreras inherentes a esta realidad, el enfoque de derecho, ha adquirido una importancia creciente, no sólo como fundamento ético sino también como horizonte normativo y programático del desarrollo social.

Para el logro de este cambio de paradigma, se debe consensuar un acuerdo fundamental: La decisión de los miembros de la sociedad, de vivir entre iguales, lo que por cierto, no implica homogeneidad en las formas de estar y pensar, sino una institucionalidad incluyente que garantice a todas y todos, las mismas oportunidades de participar en los beneficios de la vida colectiva y en las decisiones que se toman, por cuanto, en cada instancia pública o privada en que se niega la participación, se vulneran los derechos sociales, produciendo por tanto, una doble exclusión ; la de ser- social y la ser- ciudadano.

En la actualidad, estar socialmente protegido es más relevante que estar socialmente incluido, básicamente porque aún persisten en nuestros modos relacionales, trazas del modelo médico, que refiere a conceptos tales como: "enfermedad "y "protección" desde un enfoque asistencialista que impide una real pertenencia a la sociedad. En el enfoque de derecho, el formar parte activa de la sociedad es un derecho humano básico, que tiene como premisa, la participación e inclusión.

Es efectivo que han existido avances importantes en materia de consideración, identificación y ejercicio pleno de derechos fundamentales a través de leyes emblemáticas ,que en los últimos años , han constituido una política nacional de discapacidad, sin embargo, aún deberán pasar muchas décadas para conformar una cultura inclusiva, que valore el capital humano de las personas , independiente de su condición. En este proceso, en el que no podemos ser pasivos, "sólo con una ardiente paciencia", en palabras de Neruda, conquistaremos estos nuevos tiempos.